Quizá no sea una de las mejores películas deportivas que haya visto. No obstante, emociona. Es sincera. Las películas de este género, muchas veces, queriendo impresionarnos al final, con cámaras lentas de tipos en pantalón corto y sudadera, que lloran como si acabaran de nacer, se tornan ñoñas y fraudulentas. <Oh, no ganábamos ni un partido, pero apareció 'Coach Carter', nos soltó un 'spitch', 'Un Domingo Cualquiera', y ganamos a los 'Hoosiers: más que ídolos' en su casa, por una canasta, jugando dos contra cinco, cuando quedaba un nanosegundo. Uno de los dos era, por supuesto, el protagonista, que, hasta el momento crítico, se la ha estado machacando... Venga ya. En 'Moneyball', al menos, la explosión de un equipo de tercera, no sucede al final, sino que sigue una progresión. Una progresión dramática que, llega a ponernos los pelos de punta. <¿Lo que estoy viendo es real?>, te preguntas, por momentos, aunque la respuesta sea siempre que no.
Me gustaría destacar, además de las actuaciones, el ritmo de la película. Es el ritmo de una remontada milagrosa, de las que hacen afición, de las que que te ponen de pie y aplaudiendo. No les cuento más. No lo puedo asegurar, porque son impecables, pero supongo que hay más 'cromas' en esta película que en toda la saga 'Star Wars'. Un buen guión, también, una buena historia: es ley; lástima que Hollywood sólo las produzca y estrene por estas fechas, para los Oscars.
Jorge Arellano
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