miércoles, 15 de febrero de 2012

Crítica cinematográfica de la película



Nuevo trabajo de Clint, amigos. Clint Eastwood. El único director actual al que le importan un comino los ángulos imposibles, los travellings de diseño, o los 3D de ultimísima generación. No los necesita. Sus historias tienen un aire clásico. La cámara desaparece en sus películas. Como desaparecen en las de Leone, Ford o Kurosawa. No busca protagonismo con ella, se lo da a sus personajes, y en este caso a J. Edgar Hoover, creador del FBI americano, y al que da vida un sembradísimo Leonardo DiCaprio. Un DiCaprio, al que injustamente vuelve a olvidar la 'academia'. Ni siquiera le han nominado. ¿Alguien sabe porqué?.

La película comienza en las turbulentas aguas de comienzos del siglo xx. Anarcoterroristas, gansters, violencia. El guión no dibuja a un J. Edgar especialmente duro o fanatizado, sino más bien, lo contrario, un tipo débil y con muchos prejuicios. Prejuicios machistas, prejuicios racistas, prejuicios morales. Sin embargo, alejándose paulatinamente de ese lado oscuro que enfatiza la fotografía, encontramos también a un visionario, a un hombre ambicioso y noble. Incapaz de asumir su homosexualidad, malinfluenciado por una madre posesiva e hijo del patrioterismo que roza la imbecilidad (el tipo llega a llamar farsante e hipócrita a Martin Luther King, asesinado por fascistas americanos, poco después de recibir el premio Nobel).

Clint Eastwood se concentra mucho en la dirección de los actores. Ellos son los que dan vida a la película. Los tonos de la película son bastante fríos, como frío es todo aquello que rodea al crimen, y a la política. Normalmente van muy ligados. Los artistas no podemos ser políticamente correctos. Clint Eastwood manifiesta esta opinión, al presentar a Nixon, por ejemplo, como un cabrón sin escrúpulos. 'J.Edgar' no presentó batalla sólo a los enemigos de fuera, también a los de dentro. Fabulosa.

Jorge Arellano

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