No es la primera vez que la soledad de un personaje, queda asociada a su trabajo en general, y a su coche, en particular. La moda de los actores que se cuelgan de un volante no es nueva; nada, o casi nada, es nuevo en ya, en el cine. Walter Hill, en la década de los setenta, y Scorsese, por poner dos ilustres ejemplos, filmaron a Ryan O´Neal y Robert de Niro respectivamente, en 'The Driver' y 'Taxi Driver'. Luego llegaron los'Transporter', o los 'Taxi' de Besson. Peligro y soledad suelen ser las palabras que mejor que definen a estos antihéroes modernos, aislados, divididos y letales, normalmente.
'Drive', efectivamente, es un film Neo-Noir. Aunque comienza siendo una cinta de acción y luego nos lleve al drama, la irrupción, de repente, de una historia de gansters, la vuelve suficientemente oscura para merecer esta calificación. Para mi gusto hay demasiados clichés, demasiados lugares comunes y el pacto con el espectador queda un poco arruinado, con tanta sangre al final, y tan poco sentimiento. No me gustan algunos raccords de vestuario y menos aún, el vergonzante y forzado, supuesto final ambiguo. Un final que sólo convencerá a los poco exigentes; a mí, no. (Perdonen la poca modestia).
Hay, sin embargo, aspectos de la película que merecen destacarse. Por ejemplo, Ryan Gosling, el actor principal. Éste, dibuja un personaje poco expresivo, silencioso, pero qué a través de las miradas, nos deja ver la desolación de su alma, su búsqueda. La fotografía es estupenda y la composición acentúa esta sensación. Tanto en él como en ella. Los tonos son mayormente fríos, los espacios grandes. El realizador incorpora ralentíes precisos, y preciosos, que nos recuerdan al mejor Brian de Palma, o al ya mencionado Walter Hill. Secundarios de lujo, como los veteranísimos James L. Brooks o Ron Perlman.
Jorge Arellano
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