Busco en Internet la recaudación de 'Titanic' en su primera semana de (re)estreno, y resulta, que se ha embolsado más que la mayoría de películas recientes. No me sorprende. Ahora mismo, en los cines comerciales, hay que entrar tapándose la nariz con los dedos. Los 3D sólo han añadido a la conocida historia, un grado más de fastuosidad, un nivel más de virtuosismo. 'Titanic' es una de esas experiencias cinematográficas que sellan en nuestro corazoncito de cineastas, una huella perenne.
La primera vez que la vi, fue en el cine 'Callao'. Durante más de dos horas, la vida de aquellos pobres individuos atrapados en un mastodonte de hierro, rodeamos por kilómetros de agua, fue la mía también. James Cameron, padre de la producción, escribió sobre el 'Titanic', después de que éste 'le hablara'. Me lo creo. Los objetos nos devuelven la mirada. Sus voces vibran en nuestro interior. Sólo hay que estar un poco atento. Cameron pidió una cifra astronómica de dólares a la Fox, y la obtuvo. Renunció incluso, el director, a su sueldo como tal, que ya por aquellos días, después de los éxitos de 'Terminator 2', 'Aliens' o 'Abyss' debía ser de bulto. Todo, por un proyecto personal, por una corazonada, por una historia que le eligió a él, y viceversa.
La peli, nos la sabemos todos. La hemos visto más de una vez. No me engañéis, que sé que sí. Yo mismo, fueron tres en el cine y por lo menos otras tantas en televisión. Es una de las movies más oscarizadas de la historia del séptimo arte. Quizá, la trama de amor entre DiCaprio y la Wislet, resulte un poco infantil, forzada y perezosa. No obstante, la subtrama (principal), con todo ese universo de personajes, sus vestuarios, su drama particular, son fascinantes. Los encargados del diseño de producción reprodujeron el barco a escala real. Durante casi tres horas, viajamos en él, vivimos en él y morimos en él: 'Titanic'.
Jorge Arellano
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