Una buena película es más que una buena historia. Conlleva innumerables horas de trabajo en guión, sonido, interpretación y posproducción. Y de los secretos que esconde la sala de montaje, José Salcedo es todo un experto. El pasado martes 17 de abril, los estudiantes de dirección y montaje tuvieron la ocasión de charlar con el montador por excelencia de Pedro Almodóvar, invitado de la master class en la escuela Cev.
Hace más de cuarenta años que empezó en el cine por casualidad. “Cuando entré en la sala de montaje, me pareció una cosa mágica.” Salcedo recuerda sus primeros años como ayudante, en la que descubrió que lo mejor del montaje es precisamente ser el primer espectador. “Puedes mirar desde fuera y conseguir más de lo que el director podría esperar”. Sus primeros pasos en el mundo del cine los dio con Pedro Álamo y Pablo del Rey; el resto de su andadura la ha compartido con otros grandes directores, como Eloy de la Iglesia o Agustín Díaz Yanes. Y su constante ha sido siempre reinventar el cine desde su mesa de trabajo.
Han sido muchos los largometrajes en los que ha trabajado Salcedo, tres de ellos premiados con el Goya a mejor montaje. Todos llevan la firma de Almodóvar, quien ha contado en todas sus obras con Pepe, su hombre de confianza. Desde ‘Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón’, rechazada por otros montadores, hasta ‘La piel que habito’, Salcedo ha compartido la trayectoria del director manchego, de quien dice: “Pedro es arriesgado siempre. Como espectador, sigo esperando que me sorprenda una vez más”. Se siente especialmente orgulloso de su trabajo en ‘La ley del deseo’, en la que se lanzó a experimentar desde la sala de montaje. Eliminando tiempos muertos y secuencias evidentes para el espectador, consiguió dar agilidad y ritmo a una película que parece no sufrir igual que el resto el paso del tiempo.
Entre reflexiones sobre el medio y algunas anécdotas vividas en los más de cien largos que llevan su firma, Salcedo recuerda a los chicos el sentido del montaje. “El cine se basa en emociones”, sentencia. Hay que sacar el espíritu de ésta y sus personajes, para conseguir todo lo que tienen que decir con su propio ritmo e intensidad. Basándose en el guión, si cree que un montaje puede mejorar la secuencia, un montador debe saber defender su punto de vista.
Para Salcedo, el saber cuándo cortar una escena o el tempo que pide una secuencia lo enseña la experiencia. Tras muchas horas buscando esos momentos, acaban encontrándose. Y es que cada historia es única y requiere un montaje determinado. Esa primera sensación cuando te acercas a la historia es la guía para entender y transmitir la composición de una secuencia. “Yo monto desde el corazón”, afirma convencido.
En cuanto a la situación actual del cine español, Salcedo reconoce que cada vez se hace menos cine, entre otras razones, por la falta de subvenciones. “Ahora, siendo más fácil hacer películas, es peor.” También lamenta que la sociedad española no valore las producciones nacionales, tachándolas de ‘españoladas’.
Y a pesar de mantener que el montador puede llegar incluso a cambiar la fórmula ideada por un director, aclara: ‘no somos Lourdes. Una mala película no la salva nadie”. Pepe lo tiene claro cuando resalta que a través del encuadre justo, incluso omitiendo el diálogo se puede contar una historia sin perder intensidad. Toda una lección de dedicación y trabajo que cierra con una confesión: “el mejor montaje es el que no se nota”.
Alicia Ituarte Pindado
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