El escritor de best sellers Michael Crichton también ha hecho sus pinitos en la dirección cinematográfica, como nos revela el alumno del CEV que ejerce la crítica cinematográfica en la sección de este blog, Línea crítica.
La revolución de los androides no comienza con Terminator, amiguitos. Hay precedentes. De buena factura. No sé si conocéis Almas de metal (también Westworld), escrita y dirigida por Michael Crichton que, para vuestra información, es el tipo que inventó el Jurassic Park. Por lo visto a este eximio escritor le va el rollo de los parques de atracciones y mejor si todo acaba de forma calamitosa. Si en el Parque Jurásico los dinosaurios se hacían con, o reclamaban el poder, en Westworld los robots que hacen las veces de figurantes en las recreaciones de la Roma Imperial, el Medievo europeo o el Oeste americano tampoco dejan títere con cabeza. Lo que empieza siendo un idílico viaje vacacional se transforma para un par de amigos, Peter (Richard Benjamin) y John (James Brolin), en una verdadera pugna por la supervivencia contra la inteligencia artificial, cansada de sufrir tantos agravios.
El malo terrible es un robot pendenciero al que prestó rostro y alma Yul Brynner, que en paz descanse. Os aseguro que es el primer modelo del Terminator cameroniano. Implacable en la persecución de su objetivo, acompañado de una sugerente banda sonora, nos hace sentir frágiles e inseguros como seres humanos. La película tuvo un gran impacto social y está bien considerada en los libros sobre la ciencia-ficción en el cine. Se nota un tanto la mano inexperta de su director en la puesta en escena y la dirección de actores, pero son aspectos soslayables a la hora de juzgar Westworld. Es una película fresca en su planteamiento (os recuerdo que se estrenó en 1973). La mezcla entre el futuro y el pasado siempre acarrea ulteriores catástrofes. También creo que subyace la idea de que cada civilización posee ciclos concretos de esplendor y decadencia. Y vuelvo a creer que esta distopía nos habla de que el reinado de los hombres también puede llegar a su fin para acabar sojuzgados por criaturas que ellos mismos diseñaron. La revolución tecnológica de nuestro siglo y el precedente es un hecho. Las consecuencias a largo plazo, imprevisibles. Ocurra lo que ocurra, nuestros descendientes tendrán que afrontarlo. Westworld tuvo además una secuela, Futureworld, de obligado visionado para mí, en breve.
Jorge Arellano
Alumno de Cine del CEV
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