martes, 1 de abril de 2014

La montaña sagrada

El alumno crítico del CEV se atreve con la película surrealista de 1973 dirigida por Alejandro Jodorowsky.
 
 
Parece un tópico, pero efectivamente hay autores inclasificables, con películas inclasificables. Alejandro Jodorowsky pertenece a este exiguo gremio. Además de director, es también tarotólogo, chamán, psicólogo, mago, dibujante, novelista, poeta, dramaturgo y mimo. Perteneció a los surrealistas y posteriormente, junto a otros destacados artistas, como Fernando Arrabal, creó el Movimiento Pánico. Ha unido sus conocimientos de psicología científica con el esoterismo y fundado una disciplina revolucionaria llamada psicomagia y psicochamanismo. Algún día, seguro, serán objeto de detallado estudio en las universidades, porque funcionan. Yo he sido testigo directo de su eficacia. La película de la que voy a hablar a continuación se titula La Montaña Sagrada, y cuenta un fascinado, visionario, sinuoso, liberador y profundo viaje al centro de uno de mismo. Una película no apta (me incluyo) para conciencias sin un nivel de desarrollo elevado. Con extrañas profecías que el mundo ha cumplido. Con actores no profesionales que completan un viaje tanto físico como mental, al territorio de los Dioses.
 
El dormido ha despertado. Sus pensamientos vacíos son ahora veloces saetas de búsqueda. Contempla con horror la desesperación y crueldad del mundo en el que vive. Chile, 1973, los Escuadrones de la muerte asesinan a gente inocente, el mundo mira hacia otro lado, la corrupción y la avaricia lo dominan todo, el arte, la religión, la política, el sexo. Desengañado del mundo en el que vive y que lo corrompe, nuestro hombrecillo, un vulgar ladrón, decide mirar hacia dentro. Y se encuentra, tentado, en los dominios de su Yo más elevado: Dios. Este le enseña a ser iniciado. El camino que conduce a la sabiduría y la armonía con las demás partes. Pues nuestro Yo son muchos. Le acompaña el sistema solar entero, simbolizado en cada uno de los planetas y su influencia en nosotros. Ahora viajan a pie, de verdad, sobre el suelo, hacia la montaña sagrada. Los obstáculos son ellos mismos, su educación, sus miedos, sus ansias. También lo son los defectos de un terreno peligroso. Superan enemigos interiores y exteriores. Poderosos chamanes salen a su encuentro. Los viajes psicodélicos y el maestro interior (Jodorowsky), su guía. Deben dejar de ser quienes fueron. Incluso lloran por ello. Ya son otros, están preparados para el asalto. Toman la montaña. Sólo hay 'ninots'. Cine dentro del cine.

Amiguitos, este sinsentido que acabo de relatar es la punta mal entendida de un iceberg inofensivo, pleno. Parezco un loco, tratando de contar un chiste sin gracia, o algo así. Pero me he remitido a la pura interpretación intuitiva del film. Es una obra en la misma proporción gloriosa y complicada. Tiene tantos símbolos y extrañezas que se vuelve un ejercicio casi conceptual. Para los más atrevidos y cultos, u ocultos, que de culto es The Holy Mountain, un film de Alejandro Jodorowsky.
Jorge Arellano
Alumno de Cine del CEV



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